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El tatuaje de Falkor

Updated: Mar 20, 2019

Hace unas semanas como regalo de mi 37 aniversario, le pedí a mi esposa me regalara un tatuaje, a lo cual ella accedió sin chistar y lo que en un principio era un regalo muy esperado. Súbitamente se convirtió en idea muy angustiante, y todo debido a que había muy conscientemente decidido llevar a mi perro Falkor en el antebrazo izquierdo, un lugar completamente visible que me ponía a merced del escrutinio público, no así como los otros dos tatuajes que ya tenía, pues esos no son visibles en el día a día.

Es necesario que sepan lo siguiente para darle forma y sentido a esta experiencia personal que ahora comparto con ustedes: Pienso que existen en nuestra vida diferentes perros (o cualquier mascota) que nos acompañan (simbólicamente hablando) en etapas únicas e irrepetibles - el nacimiento de los hijos, la graduación, ese nuevo empleo que soñamos y hasta por un divorcio. Esto es en mi opinión lo que los hace únicos y emblemáticos. Por eso estamos locos por los perros. En pocas palabras, los amamos, y aún y a pesar de esto existen seres que se nos cuelan como la luz a través de las rendijas de una mirilla e iluminan todo. Se convierten en toda la luz, la paz, el consuelo y ese “algo que nos salva”. No tienen que hacer mucho y en mi caso, Falkor (mi perro) no tuvo que hacer nada. Llegó a mi vida en el momento perfecto para ambos; es mi mejor amigo y amuleto (mascota). Entiendo que en esta vida por tenerlo “El placer es siempre mío”. Es y siempre fue mi maestro, pero será en otro escrito que desborde mi amor por él y no en el presente capítulo del blog.


Continuando con la historia del tatuaje, deseo que sepan que pase por diferentes etapas de ansiedad y claro que considere no realizarme el mismo. No era cambiarlo de lugar - era literalmente ahí en donde lo deseaba mi corazón, o nada. Considere el ser desaprobada profesionalmente por los clientes, no tener trabajo (pues ¿quien iría a la veterinaria de la Dra. Tatuada?), perder mi lugar en el hospital donde entrenó los jueves, ser sujeto de críticas y hasta malos tratos.


Crecí en una sociedad bastante cerrada al respecto de esta y muchas otras ideas. Mi madre era de un pueblo llamado Zitácuaro en el estado de Michoacán y mi padre nació y creció en la ciudad de México de la mano de “los locos del ritmo” y Diego Verdaguer. Comprenderán que eran padres casi de época y por eso para ellos la sola idea de un tatuaje podría llegar a ser motivo de vergüenza y penalización de todo tipo. Crecí en un México que castigaba despiadadamente y juzgaba antes de conocer a cualquier persona que llevara un tatuaje.


Mi Bautizo

Desde muy temprana edad me fue enseñado que si tenías un tatuaje es por que eras un ratero, drogadicto, pandillero o una persona sin oficio ni beneficio. Además corrías el riesgo de perder tu trabajo o no poder aspirar a un buen empleo (ni hablar de ir al cielo, si eres religioso). En el pasado, los tatuajes no eran vistos como arte por la mayoría de las personas que conforman la sociedad en la que me desarrollé y esto pienso que se debía a la ignorancia y tal vez a alguna mala experiencia propia o cercana.


Todas estas ideas revoloteaban en mi mente y me daban dolores de cabeza, por tanto pensar, y resulta que no, no estaba pensando nada. Estaba solamente teniendo miedo y siendo prejuiciosa conmigo misma. Estaba perdiendo la fe en quien soy y hasta dónde podía llegar, todo por “un tatuaje”. Fue por esos días oscuros que mi hermano menor que vive conmigo desde que mis padres faltaron (y ahora conmigo y mi esposa), cumplió su mayoría de edad, y por motivo de su onomástico salimos a comer. Ya listos para tan esperado festejo, el festejado soltó la bomba diciendo: “quiero hacerme un tatuaje” y por qué no, en el brazo. Comprenderán ahora que tuve un microinfarto, dilataron mis pupilas y de inmediato se me subieron los colores al rostro. Miré a mi esposa fijamente, segura que ella sabía exactamente lo que estaba pensando y sintiendo; pues era con ella con quien debatiá tardes enteras las idea de hacerme o no el tatuaje en cuestión, y fue ahí donde una vez más, este ser humano llamado hermano y mi esposa Lessie Ann me dieron una lección de vida.

Todo pasó muy rápido y, casi sin darme cuenta, resolví todas mis inquietudes hablando con los dos. Le dije a Daniel que por desgracia aún en estos días del 2019 había la posibilidad de ser mal visto por el resto de las personas que no lo conocían aún, que podía perder la oportunidad de un buen trabajo, y mil tragedias más. Fue entonces que mi esposa en su infinita sabiduría citó a una compañera que alguna vez contestó a esta misma idea lo siguiente: "Sabes Dany, también otra manera de verlo es que, Si no puedes obtener el trabajo por un tatuaje, puedes preguntarte si te interesa laborar en un lugar donde se juzga a las personas por algo tan vanal y las etiqueten tan tempranamente." Y fue así que entretejiendo ideas supe que la respuesta correcta era: "Ve Daniel, haz tu tatuaje y yo haré el mío." Pues estoy segura que lo más importante para mí es que él sepa que tener un tatuaje no te hace más ni menos persona. Tener un tatuaje no define quién es él para mí. Tener un tatuaje no es malo. Tener un tatuaje no te vuelve un ratero. Tener un tatuaje no cambiará como ni cuanto lo quiero. Es increible como le hablaba a él pero en esencia me lo decía a mi.


Así, pues, fue que el 19 de febrero del 2019 me presente en el estudio de Jazz (el artista detrás del tatuaje en mi antebrazo), feliz y llena de paz, a realizarme el tatuaje de Falkor que tanto había deseado y planeado como homenaje a mi maestro y mejor amigo, el cual irremediablemente con o sin tatuaje es ya parte de mi y de mi historia.

Hoy por hoy, amo la reacción de los propietarios acerca del tatuaje. La primera es de absoluta sorpresa - pues sí, es Falkor sin duda alguna (no puede ser otro Gran Danés). Después algunos me piden los datos del artista ya que desean hacerse un tatuaje de su mejor amigo, y otros me muestran sus tatuajes y comparten su experiencia (ya que también tuvieron miedo), y muchos más dicen con orgullo: “Voy a Pet point con la Dra Carolina, (Sí, la que tiene el tatuaje padrísimo de su perro en el brazo, se llama Falkor).


Cierro con broche de oro, compartiendo con ustedes al artista Jazz https://m.facebook.com/tattoojaz/


Les dejo dos otras lecturas acerca del tema que se me hicieron interesantes, si desean seguir leyendo al respecto.














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